Foto tomada de http://www.asisucedio.co
Chapinero es la localidad No. 2 de la ciudad de Bogotá, tiene una extensión de 3,899 hectáreas está ubicada al oriente de la ciudad; va de la calle 39 a la calle 100, desde la Avenida Caracas hasta los Cerros Orientales. Limita con las localidades de Santa Fe, al sur; Teusaquillo y Barrios Unidos, al occidente; Usaquén, al norte, y con los municipios de Choachí y La Calera, al oriente. Al norte, limita con la calle 100 y la vía a La Calera, que la separan de la Localidad de Usaquén. Por el occidente, el eje vial Autopista Norte-Avenida Caracas la separa de las localidades de Barrios Unidos y Teusaquillo. En el oriente, las estribaciones del Páramo de Cruz Verde, la “Piedra de la Ballena”, los cerros Pan de Azúcar y La Moya marcan el límite entre la localidad y los municipios de La Calera y Choachí. El río Arzobispo define la frontera sur con la Localidad de Santa Fe
El territorio de Chapinero fue habitado durante largo tiempo por los muiscas. Estos se encontraban organizados en dos poblados regidos por dos caciques diferentes, el de Usaquén y el de Teusacá o Teusaquillo, quienes le rendían tributo al zipa de Bacatá. En la zona cultivaban maíz, papa, arracacha, cubios, hibias, y otras especies nativas para su consumo, el pago del respectivo tributo y un excedente para intercambio. Al llegar los españoles, fundan a Santa Fe en el poblado de Teusacá, aunque parece existir una confusión entre este nombre y Teusaquillo, por una deformación española del vocablo indígena. Durante la Colonia la ciudad llegaba hasta el predio de la Burburata, en donde la orden franciscana levantó la iglesia de San Diego; posteriormente, aparece una que otra vivienda en el camino a Tunja. Más tarde, a orillas del río Arzobispo, se construyó la Quinta de los Arzobispos que da nombre al río.
Años más tarde, tal edificación sucumbe ante el Hipódromo de Los Espinosa. Cuando Bogotá aún era sede del gobierno virreinal, la comunidad religiosa de los dominicos adquirió todas las tierras comprendidas entre el río Arzobispo, los resguardos de Usaquén, la cordillera y las lagunas de Suba. Sin embargo, en 1807,una orden del Virrey Amar y Borbón obliga a la comunidad a poner en remate las tierras, quedando gran parte de estas en manos de la familia Sáiz.
El nombre de la localidad se explica con la siguiente leyenda: cierta vez llegó un español, natural de Cádiz, de nombre Antón Hero Cepeda, a contraer nupcias conla hija de un potentado cacique de Usaquén, dueño de varias tierras en lo que hoy es Chapinero, y adquiere una estancia de 150 hectáreas, ubicando su residencia a la orilla del camino de la sierra (carrera 7 N° 59-74, actual estación de gasolina).
Este gaditano se dedicaba a la fabricación de chapines, un tipo de calzado consistente en suela de madera y correas de cuero con las que se sujeta el pie, y que sirven para protegerse de los charcos y el barro; y como al que hace zapa tos se le llama zapatero, al que hace chapines se le llama chapinero. Aunque otros dicen que el origen viene de la marca del calzado El Chapín Hero. Para los santafereños se volvió costumbre llamar así al caserío, y de esta manera empezó a denominarse desde 1812. Por Acuerdo Municipal del 17 de diciembre de 1885, se dispuso que el caserío se denominara Chapinero.
Unido por dos caminos a Santa Fe: uno, al pie de la montaña (hoy carrera 7), y otro que venía de Zipaquirá, en la que hoy es la Avenida Caracas, se extendía de la calle 50 a la 67 y de la carrera 5 a la 13. Hacia 1885, Chapinero era una aldea de casas de teja pertenecientes a familias de alcurnia como los Grau, Orrantía, Mejía, Valencia, Diago. En 1887, los jesuitas construyeron el noviciado en la carrera 10 con calle 65, una casa con solar y huerta, donde decidieron establecer la cátedra de teología. El resto de Chapinero era una serie de haciendas donde se cultivaba trigo, árboles frutales, y se iba a veranear. Una de ellas era Teusaquillo, otra La Magdalena, otra Marly, y otra serie de fincas como La Merced, Palermo, El Campín, Los Rosales, La Gruta, Quinta Mireya, El Bosque, El Chicó y Villa Sofía (propiedad del general Rafael Reyes), entre otras. La única iglesia del sector era una pequeña capilla en la calle 60 con carrera 7, a la que llegaban los hacendados con sus familias antes de visitar sus tierras. En el año de 1875, el arzobispo Vicente Arbeláez mandó construir una nueva iglesia, pues aquella capilla no era suficiente para todos los habitantes de Chapinero. Fue así como el 8 de diciembre de 1875 colocó la primera piedra del templo gótico morisco de Nuestra Señora de Lourdes de Chapinero. Aprovechando esta renovación, se ampliaron las vías y se construyeron elegantes quintas en sus alrededores. Foto tomada de http://www.asisucedio.co
Igualmente, este arzobispo ordenó trasladar la imagen de Nuestra Señora de Lourdes del oratorio del Palacio Arzobispal a esta iglesia. Así mismo, en el Congreso Mariano de 1919 se pone la primera piedra de la iglesia de Nuestra Señora de Chiquinquirá. El 25 de diciembre de 1884, el tranvía inicia su servicio, gracias a don Ramón Jimeno, dueño del acueducto de la ciudad y de una propiedad en la zona.
En un comienzo, este medio de transporte era llevado por mulas a lo largo de la carrera 13 desde el parque Santander hasta la plaza del templo, servicio que se extendió después hasta la calle 67. En 1910, se instalan los primeros tranvías eléctricos, que no contaron con el apoyo de los curas, quienes los censuraban desde los púlpitos. Igualmente, comienza a funcionar la línea norte del ferrocarril, cuya estación de Chapinero se ubicaba en la Avenida Caracas con calle 62. En 1886, se inicia el comercio en la zona con la creación del almacén Maniquí, en la carrera 13 con calle 60, propiedad de don Demetrio Padilla. Este almacén era sucursal de uno que funcionaba en el centro y que fue abierto en la zona para facilitar la provisión de artículos como ropa para damas, caballero y niños, y artículos para el hogar.
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En 1904, la Sociedad Casas de la Salud y Sanatorios adquirió los terrenos de la Quinta Marly, en donde también funcionaba una curtiembre. Posteriormente, se inició la construcción de un sanatorio que en 1923 se convertiría en la Clínica Marly, primera sala de maternidad de la ciudad. Don Eduardo Camacho poseía una gran extensión de tierras en la calle 67, la Quinta Camacho, cerca del matadero. Su mansión, ubicada en la carrera 13 con calle 68, era de aspecto misterioso, además en ella murió el torero Leandro Sánchez, conocido como “Cacheta”, sin esclarecerse la causa verdadera de su deceso. El general Rafael Reyes poseía una casa campestre en la carrera 7 con calle 66, llamada Villa Sofía. Esta se encontraba muy cerca de la Quebrada La Vieja; para hacer fácil el acceso a su propiedad, hizo construir los puentes de la 7 sobre las quebradas de Las Delicias y La Vieja. Un día de 1906, Reyes se dirigía a su finca en compañía de sus hijas, cuando un grupo de hombres, liderados por un tal Aguilar, intentaron asesinarlo. Estas personas fueron fusiladas en la finca Barro Colorado.
En 1914, por iniciativa de don Agustín Nieto Caballero, se construye el Gimnasio Moderno, en cercanías del Lago Gaitán. En 1919, se constituye la Sociedad de Mejoras Públicas, con el fin de cambiarle la cara a esta parte de la ciudad. Una de sus primeras obras fue la construcción de la Avenida Chile, en los terrenos adquiridos a don Germán Cárdenas. Otros compradores fueron los padres franciscanos, que buscaban alejarse de la ciudad. En su terreno construyeron su monasterio y una pequeña capilla, que llamaron de La Porciúncula para honrar a San Francisco de Asís.
Para obtener fondos, en el solar vendían empanadas, sorbetes, pollo, tamales y otras viandas que las damas del vecindario les obsequiaban. La Hacienda Barro Colorado, célebre por el fusilamiento de Aguilar y sus secuaces, fue adquirida en un remate por don Enrique Pardo Roche, quien falleció en 1922. Las 346 hectáreas se reparten entre sus tres hijas y sus dos hijos. Mientras que a las mujeres les correspondió la parte baja, de la carrera 7 a la Avenida Caracas, a los hombres, Eduardo y Alejandro, les correspondió de la carrera 7 hasta la cuchilla del cerro, heredando así los antiguos páramos de San Luis y San Cristóbal.
En sus propiedades, los hermanos Pardo Rubio intensifican la extracción del barro colorado, un tipo de arcilla especial para la fabricación del ladrillo, que solo se conseguía en los cerros, en los chircales. Eduardo Pardo Rubio construye un horno a cielo abierto y, para aumentar la productividad de su industria, en 1928, uno tecnificado, en la calle 51 con carrera 4; por su parte, su hermano Alejandro monta otro en la calle 47 con carrera 6. La zona de los cerros se convirtió en la despensa de la industria de la construcción de la época. Aparte de los Pardo Rubio, Cementos Samper tenía una central de mezclas en lo que hoy es la Pontificia Universidad Javeriana, y existía una calería en la calle 47 con carrera 7. Igualmente, de la montaña se extraía piedra, carbón, arena y madera. Fue tal el impacto de la explotación minera en la zona que el pavimento de la calle 50, entre carreras 7 y 16, comenzó a levantarse debido a la explotación de las canteras con dinamita que hacía Cementos Samper, por lo que se vieron obligados a suspender tal práctica y trasladarla al sur, a orillas del río San Cristóbal, y al norte, a Usaquén. En 1950, en lo que antiguamente fueron los chircales de la familia Ferré Amigo, surge el barrio El Paraíso, pues sus dueños decidieron cerrar su negocio, lotear la hacienda y vendérsela a los trabajadores. Por su parte, los Pardo Rubio, agobiados por las deudas, se ven en la necesidad de vender parte de sus terrenos.
En 1953, venden una parte al Ministerio de Defensa y se inicia la construcción del Hospital Militar Central. Esta construcción obligó a algunos trabajadores a buscar terrenos en la parte más alta. Por otra parte, Alejandro Pardo hipoteca un terreno en la parte alta de la finca, pero al no poder pagar la deuda, el banco remata las tierras.
Otra de las deudas que no se podía cancelar eran las cesantías de los trabajadores, por lo que, a la muerte de Alejandro Pardo Rubio, se resuelve entregar un lote a cada uno de los trabajadores. De esta manera surgen los barrios Pardo Rubio, en honor a sus antiguos patronos, y San Martín de Porres, nombre sugerido por el padre Madero, párroco de la iglesia de Chiquinquirá. Por otra parte, la hacienda de don Antonio Muñoz, que se ubicaba entre la de los Pardo Rubio y la de los Ferré Amigo, fue loteada por sus herederos tras su muerte. Sin embargo, no se logró definir el tamaño y la ubicación exacta de cada uno de los 50 lotes, y al no aparecer los compradores, varias familias se ubicaron en la zona y crearon el barrio Mariscal Sucre.
Fuente de la información : https://www.enchapinero.com/2018/11/historia-de-chapinero.html